Toros corea del sur

Sossaum: la lucha de toros en Corea del Sur y el creciente debate sobre el maltrato animal

  1. Una tradición ancestral
  2. ¿En qué consiste el Sossaum moderno?
  3. Legalidad, apuestas y tensiones sociales
  4. Denuncias de maltrato y presiones internacionales
  5. ¿Patrimonio cultural justificado?
  6. Un posible fin con condiciones
  7. Epílogo: entre la memoria y el futuro

Una tradición ancestral

El Sossaum (소싸움), que se traduce como «lucha de toros» o «pelea de toros», es un juego folclórico tradicional coreano profundamente arraigado en la historia y la cultura agrícola del país. Especialmente durante festivales como Chuseok, estos eventos reunían a aldeas enteras para celebrar con música los enfrentamientos entre toros entrenados.

Aunque no existen registros históricos definitivos sobre su origen, la teoría más aceptada sostiene que nació de la observación del comportamiento natural de los toros, que chocaban cabezas para establecer jerarquías. Con el tiempo, los agricultores comenzaron a organizar estas luchas como eventos comunitarios, especialmente en el sur del país. Durante la ocupación japonesa, esta práctica fue prohibida, pero resurgió en los años 70 y alcanzó su apogeo en los 90, con festivales tan emblemáticos como el de Cheongdo.

Hoy, sin embargo, al igual que España con las corridas de toros, el Sossaum se encuentra en el centro de una intensa controversia que enfrenta tradición y bienestar animal.

¿En qué consiste el Sossaum moderno?

Actualmente, las luchas de toros se celebran en estadios cerrados ante cientos de espectadores, con una estructura organizativa compleja y altamente regulada. Los toros son divididos por categorías de peso (ligero, medio y pesado) y registrados oficialmente junto a información detallada: nombre, raza, historial competitivo, lugar de nacimiento, entrenador, y más.

El entrenamiento y alimentación de estos animales es meticuloso. Se les administra una dieta rica en suplementos naturales y alimentos fortificantes, incluyendo gachas con hierbas medicinales, ginseng o incluso mariscos como pulpo y anguila para aumentar su vigor físico antes de competir.

En cuanto a la participación en la competencia, los dueños deben registrarse oficialmente y los árbitros y entrenadores deben contar con las cualificaciones y autorizaciones necesarias. Los entrenadores son responsables del manejo y entrenamiento de los toros y deben usar chalecos de seguridad durante las peleas para evitar accidentes. Aunque no se puede forzar a los toros a luchar, sí se estimula su participación durante la competencia, y los entrenadores también tienen la tarea de controlar el momento en que debe finalizar el combate

El día del evento, los toros son lavados y adornados con arneses coloridos y cascabeles. El recinto se llena de espectadores y grupos de música folclórica (nongakdae) que tocan para animar a los toros y a la comunidad. Un árbitro (dogam) empareja a los toros según su categoría. Se colocan pantallas entre los toros para evitar enfrentamientos prematuros; al retirarlas, comienza el combate. Las técnicas utilizadas incluyen choques frontales de cabeza (meorichigi), golpes con los cuernos (ppulchigi) y enganches de cuerno (ppulgeori). El combate finaliza cuando un toro se da la vuelta y huye, retrocede más de tres veces o se niega a pelear por más de un minuto. Si no hay combate visible tras 15 minutos, se considera derrota; tras 30 minutos, los árbitros pueden decidir mediante criterios específicos.

Legalidad, apuestas y tensiones sociales

En 2002 se promulgó la Ley sobre la Competencia Tradicional de Lucha de Toros, que legalizó estos eventos y los protegió de ser considerados legalmente como maltrato animal. También se permitió un sistema especial de apuestas, regulado para evitar conflictos con la legislación sobre juegos de azar.

No obstante, se han detectado casos de apuestas ilegales en estadios de varias regiones, como Daegu, Changwon y Cheongdo, donde se realizaron transacciones en efectivo fuera de los canales permitidos. Esto ha añadido un componente ético y legal al debate.

Se detectaron situaciones de apuestas ilegales en estadios de cuatro zonas investigadas (Uiryeong, Changnyeong, Changwon y Daegu), incluido el estadio de lucha libre de Cheongdo, donde se registraron transacciones en efectivo entre particulares. Proporcionado por Animal Liberation Wave.

En paralelo, se destinan importantes subvenciones públicas a estos eventos: solo Cheongdo invierte cerca de 6.000 millones de wones anuales (3.692.658 de euros) . Encuestas recientes indican que más del 66 % de la población local preferiría que esos fondos se destinaran a educación, servicios sociales o cultura, lo que refleja un cambio de sensibilidad en la sociedad surcoreana.

Denuncias de maltrato y presiones internacionales

El debate se intensificó en 2025 con la publicación de un informe conjunto de las organizaciones Animal Liberation Wave y Last Chance for Animals (LCA), que documentó graves abusos contra los animales usados en estos combates.

El informe revela que los toros permanecen hasta 24 horas atados en corrales reducidos antes de las peleas, lo que genera comportamientos estereotípicos vinculados al estrés. Durante el transporte y en el ruedo, se les incita a pelear mediante argollas metálicas clavadas en la nariz, que los cuidadores tironean con fuerza. Esto ha causado heridas visibles en nariz, orejas, cuernos y frente en más del 60 % de las peleas observadas, sin atención veterinaria inmediata.

También se denunciaron métodos de entrenamiento abusivos, como el arrastre de neumáticos pesados bajo castigos físicos. Aunque los defensores argumentan que estas prácticas han sido parte del entrenamiento tradicional y que los toros no pelean hasta la muerte, las imágenes de animales ensangrentados y exhaustos han provocado un fuerte rechazo entre la opinión pública y en los medios internacionales.

¿Patrimonio cultural justificado?

Los defensores del Sossaum sostienen que estas peleas son una manifestación natural de la conducta de los toros, que se cuidan mejor que en otras explotaciones ganaderas, y que la lucha no busca la muerte del animal. Añaden que se trata de una tradición con valor cultural, que fomenta la economía local y refuerza la identidad rural de regiones como Gyeongsang del Norte.

No obstante, incluso dentro del ámbito rural, la percepción está cambiando. Varias autoridades locales —como Jeongeup-si, Wanju-gun o Gimhae— han anunciado que dejarán de apoyar las luchas de toros tras 2024. En 2025, el gobierno del condado de Cheongdo confirmó que no asignará presupuesto al festival, en lo que muchos interpretan como un punto de inflexión.

La asociación animalista Kgreen celebra que en 2025 Gyeongbuk Cheongdo-gun no asignará presupuesto para el Festival Taurino. Además, Jeonbuk Jeongeup-si, Wanju-gun, Gyeongnam Gimhae-si y Haman-gun han confirmado que no apoyarán las corridas de toros después de 2024.

Un posible fin con condiciones

En respuesta a las críticas, organizaciones animalistas han exigido eliminar las excepciones legales que permiten el Sossaum, argumentando que “obligar a los toros, que son herbívoros que no pelean en estado natural, a enfrentarse por diversión humana constituye maltrato animal”.

Señalan que, aunque estas peleas nacieron como actos de unión comunitaria entre los agricultores de antaño, hoy se han convertido en competiciones comerciales donde prima la ganancia sobre el bienestar animal. Critican, además, prácticas como el sobreentrenamiento o la alimentación forzada con suplementos para obtener ventajas competitivas.

No obstante, algunas voces admiten que no puede eliminarse la práctica de forma inmediata, debido a la dependencia económica de criadores y comunidades rurales. Por ello, proponen aplicar un sistema de cláusulas con fecha de caducidad para ir reduciendo gradualmente los eventos, mientras se buscan alternativas sostenibles y éticas para quienes viven de esta tradición.

Epílogo: entre la memoria y el futuro

El Sossaum es un espejo de las tensiones entre la herencia cultural y los valores éticos del presente. Lo que alguna vez fue símbolo de identidad rural y cohesión social hoy se enfrenta a una sociedad cada vez más crítica con el sufrimiento animal. Las decisiones de los gobiernos locales y el viraje en la opinión pública apuntan a un cambio de paradigma.

En muchos aspectos, el debate que vive Corea del Sur recuerda al que ha tenido lugar en España con las corridas de toros. Durante décadas consideradas parte esencial del patrimonio cultural, estas también han sido objeto de crecientes críticas por parte de movimientos animalistas y de la sociedad civil. Hoy, aunque siguen existiendo, las corridas han perdido apoyo social, institucional y económico, y su desaparición progresiva parece inevitable.

Todo indica que el Sossaum seguirá un camino similar. Como toda tradición, deberá adaptarse o terminará por extinguirse. El reto estará en cómo Corea del Sur gestiona esa transición: si será una retirada silenciosa o una transformación consciente que reconozca tanto el valor histórico como las exigencias éticas del presente.

Porque si la cultura es viva, también debe ser capaz de evolucionar. Y cuando el respeto a los animales entra en juego, mantener ciertas costumbres ya no es solo una cuestión de identidad, sino también de conciencia.


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